Con mucha expectativa, como es habitual en este tipo de bandas tan populares a nivel mundial, llega la décima producción del reconocido grupo finlandés Nightwish, siempre con el tecladista y compositor Tuomas Holopainen a la cabeza. El álbum fue lanzado el 20 de septiembre bajo etiqueta Nuclear Blast Records, con una docena de nuevas canciones. Se trata de un trabajo conceptual cargado de excelentes momentos, pero que abusa un poco de su duración. Son más de 70 minutos de música que tal vez pudieron resumirse un poco, ya que se aprecian algunos rellenos innecesarios en varias piezas. También se nota una distancia con los momentos más heavy o power de los discos clásicos, desaprovechando un poco la versatilidad vocal de la actual cantante Floor Jansen. Hay demasiada calma en un trabajo falto de explosión. Se queda todo en la eterna espera de un despegue en las canciones que pocas veces llega. Eso hace que éste sea un disco que seguramente gustará a los fanáticos, pero que no deja buenas sensaciones en el oyente más general del metal sinfónico. El álbum cumple, aunque no deslumbra como el antiguo Nightwish.